La Ansiedad y sus principales síntomas
Marisa Velasquez Flores

La ansiedad es la mas común y universal de las emociones. Es sinónimo de congoja, preocupación, desasosiego ante acontecimientos futuros o situaciones de incertidumbre. Es la anticipación temerosa de peligro inminente acompañada de un sentimiento intenso y displacentero o de síntomas físicos ubicados en cualquier región de la geografía corporal. Implica el presentimiento de que algo grave le va a ocurrir a la persona que la sufre.
La ansiedad es una sensación que experimentan todos los individuos. Aparece siempre que nos enfrentamos a situaciones cotidianas estresantes porque funciona como una señal de alerta que pone en marcha una serie de respuestas de adaptación para ayudar a superar la situación amenazante. Por lo general, un nivel de ansiedad moderado nos permite mejorar nuestro rendimiento personal en nuestras actividades diarias sin afectar nuestra vida cotidiana.
En términos generales, la ansiedad normal es menos acentuada, mas ligera y no implica una reducción de la libertad personal. Por el contrario, la ansiedad patológica, elemento nuclear de los trastornos de ansiedad, es desproporcionada con las situaciones o se presenta en ausencia de cualquier peligro ostensible. Es mas corporal. Compromete el funcionamiento del individuo provocando un déficit funcional y un malestar que impulsa frecuentemente al sujeto a pedir ayuda médica.
Los altos niveles de ansiedad viene a manifestarse en situaciones donde un cierto miedo a lo desconocido que puede acercarse del estado de angustia se apodera de nosotros. La ansiedad es un temor sin motivo. La persona que la padece vive en la dolorosa espera de un peligro impreciso e imprevisible.
La ansiedad tiene como efecto en la persona que la padece el bloqueo de la capacidad de vivir en el momento presente. Se preocupa constantemente y sin cesar. Están conectados permanentemente al pasado y hablan de él todo el tiempo. Generalmente las personas que padecen de ansiedad tienen una imaginación muy fértil, pero pasan mucho tiempo imaginando cosas que ni siquiera es probable que ocurran.
Estas personas suelen mantenerse siempre al acecho de señales que prueben que tiene razón para preocuparse. Lo que hacen es proyectar su estado mental en el futuro, desconectándose de su presente.Si soy una persona ansiosa puedo vivir el estremecimiento de la angustia que procede del frío y me recuerda que tengo miedo. Es un estado que me aprieta la garganta, que me hace perder el dominio de mi mismo, así como perder el control de los acontecimientos de mi vida, impidiéndome usar el sentido común y el discernimiento. También puedo sentir un desequilibrio o una desconexión del mundo físico en el cual puedo tener cierto control y mis percepciones con relación al mundo inmaterial para las cuales no siempre tengo explicaciones o comprensión racional. La sensación general es que “ya no tengo el control” y que “el cielo me puede caer encima en cualquier momento”. La ansiedad se presenta en cualquier situación. Si mi atención está centrada mayormente en el miedo viviré ansiedad con todo aquello que pueda estar relacionado con el miedo a la muerte o a aquello que podría recordármela. La muerte, las cosas que ignoro y que no veo, pero que pueden existir y me conectan con esta sensación de miedo.
Las manifestaciones sintomatológicas de la ansiedad son muy variadas y pueden clasificarse en diferentes grupos:
- Físicos: Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, temblores, sudoración, molestias digestivas, náuseas, vómitos, “nudo” en el estómago, alteraciones de la alimentación, tensión y rigidez muscular, cansancio, hormigueo, sensación de mareo e inestabilidad. Si la activación neurofisiológica es muy alta pueden aparecer alteraciones del sueño, la alimentación y la respuesta sexual.
- Psicológicos: Inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, ganas de huir o atacar, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones. En casos más extremos, temor la muerte, la locura, o el suicidio.
- De conducta: Estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, inquietud motora, dificultad para estarse quieto y en reposo. Estos síntomas vienen acompañados de cambios en la expresividad corporal y el lenguaje corporal: posturas cerradas, rigidez, movimientos torpes de manos y brazos tensión de las mandíbulas, cambios en la voz, expresión facial de asombro, duda o crispación, etc.
- Intelectuales o cognitivos: Dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los despistes y descuidos, preocupación excesiva, expectativas negativas, rumiación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, sobrevalorar pequeños detalles desfavorables, abuso de la prevención y de la sospecha, interpretaciones inadecuadas, susceptibilidad, etc.
- Sociales: Irritabilidad, ensimismamiento, dificultades para iniciar o seguir una conversación, en unos casos, y verborrea en otros, bloquearse o quedarse en blanco a la hora de preguntar o responder, dificultades para expresar las propias opiniones o hacer valer los propios derechos, temor excesivo a posibles conflictos, etc.
No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas.