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La zona de confort: ¿te atreves a ampliarla?

18 mayo 2020

Si nos ponemos a observar nuestra vida veremos que todos tenemos un presente en el que vivimos, un pasado que hemos dejado atrás  y un futuro por crear.

Pero cuando nos planteamos la pregunta: ¿Cómo queremos que sea nuestro futuro o qué tipo de experiencias quisiéramos diseñar para nuestro futuro? Lo mas  probable es que nos conectemos con todo aquello que NO queremos, en vez de conectarnos con lo que SI queremos.

Es  natural tener claro aquello que nos gustó y lo que no nos gustó de nuestro pasado, sin embargo es muy probable que aquello que deseamos para nuestro futuro no este definido y se mantenga como envuelto en una nebulosa.

Desde niños nos llenan con un montón de información, de conocimientos, de reglas y patrones de conducta a seguir, pero algo que nunca nos enseñan es a confiar en nosotros mismos.

No nos dicen la importancia que tiene el creer en uno mismo y el tener claro lo que queremos experimentar en la vida, peor aún, nos pueden  tildar de egoístas o prepotentes cuando mostramos seguridad y claridad, y actuamos desde ese lugar.

En vez de enseñarnos a creer en nosotros mismos, nos han llenado de creencias limitantes como:

  • te ganas el pan con el sudor de tu frente
  • todo se logra con mucho esfuerzo
  • la vida es dura
  • hay que sacrificarse siempre en la vida
  • hay que cargar la cruz que nos toca
  • vivimos en un valle de lágrimas
  • la felicidad es una ilusión

Si nos ponemos a reflexionar en estas frases, percibimos que son frases que nos desalientan a soñar con lo que queremos, nos llevan a aceptar de manera dócil todo lo que nos pasa, rindiéndonos con resignación  y nos programan a vivir una vida sin proyectos, propósitos e ilusiones.

Siempre hemos sabido que la forma de conseguir nuestras metas y objetivos es justamente soñar con lo que queremos, para luego poder  tomar las acciones necesarias para alcanzarlo.

Hemos escuchado que cada quien crea su futuro, y que ese futuro puede ser hermoso, pero lo que no nos dicen es que  todo va a depender de lo que creamos al respecto.

Y  es justamente en ese sistema de creencias  donde entra el concepto de la zona de confort y  de lo difícil que resulta salir de ella.

La zona de confort la podemos definir como el entorno conocido que nos hace sentir seguros y protegidos, es una zona en  la que estamos moviéndonos por que la  dominamos, donde las cosas son cómodas, sean estas agradables o no.

Vemos muchas veces que aguantamos situaciones de malos tratos, o mantenemos relaciones conflictivas, o vivimos situaciones que no nos gustan y las aceptamos con resignación, por que es lo que conocemos y hemos vivido hasta ahora, esa es  «nuestra normalidad».

Los hábitos, las actitudes, los conocimientos y los comportamientos son también parte de nuestra zona de confort. La zona de confort engloba todo aquello que solemos hacer y no nos da miedo.

Alrededor de la zona de confort se encuentra  otra zona a la que  llamaremos ¨la zona de aprendizaje»,  que es la zona a la que salimos para ampliar  nuestro «mundo conocido» y mirar fuera de nuestra zona segura.

Cuando entramos a la zona de aprendizaje nos decidimos a aprender otras cosas  que nos llenan de sensaciones nuevas, amplían nuestra mirada, nos hacen cambiar hábitos y abrirnos a nuevas oportunidades. Es aquí donde podemos experimentar y aprender lo nuevo, hacerlo puede apasionar a muchos, pero también puede aterrar a otros.

Las personas que se aterran aquí, son las que prefieren limitar sus movimientos a su zona segura y conocida, donde mantienen el control de la situación.

Existe una zona que esta mas allá de la zona de aprendizaje, y se le conoce como la zona de pánico.  Aquí es donde nos encontraremos con todos esos anticipadores de desgracias, aquellos que no quieren que la transitemos y que suelen ser las personas que siempre se mantienen en su zona de confort.

Son aquellas personas que viven en el miedo y nos van a llenar la cabeza diciendo que nos pueden ocurrir cosas gravísimas, que corremos peligro o que podemos perderlo todo si nos aventuramos a hacer algo diferente a lo que hemos venido haciendo hasta ahora. Estas personas  le temen al cambio, y piensan que mas allá de ese mundo conocido se acaba el mundo, piensan que mas allá de esa zona de confort las cosas pueden salir mal, o que pasarán cosas terribles.

Esas personas se encuentran llenas de creencias limitantes y de miedo. Son personas que en realidad nos hablan desde su sistema de creencias, desde sus propias limitantes  y desde sus malas experiencias.

La cuestión es plantearnos:

¿Qué pasaría si estas personas estuvieran equivocadas?

¿Qué pasaría si al salir de la zona de confort las cosas nos salen bien?

Estas son las preguntas que se hacen  las personas que piensan que la zona de pánico es en realidad la zona mágica de las oportunidades y los grandes retos, en la que nos pueden ocurrir cosas maravillosas, donde nuestro poder creativo se activa y se expande.

Cuando llegamos a esta zona mágica en realidad lo que hemos hecho es ampliar y extender nuestra zona de confort y de aprendizaje.  Y al hacerlo comprendemos que el cambio es bueno, que cambiar no significa perder  lo que teníamos, sino que  significa que añadimos cosas y conceptos para ampliar nuestro bienestar.

Comprendemos que  el cambio es en realidad crecimiento y desarrollo para nosotros mismos  y para nuestro entorno.

Para animarnos a cambiar debemos trabajar mucho en nosotros mismos, en fortalecer nuestra autoestima, en saber que creer y confiar en nosotros mismos es la clave para conectar con nuestros poder personal y nuestra visión de la vida.

Cuando transformemos nuestras creencias limitantes sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodea, confiemos en nosotros y en nuestros sueños, y tengamos claro el propósito del mismo, es decir el por qué y para qué lo hacemos, habrá llegado el momento de pasar a la acción y dejar atrás nuestra zona cómoda, esto nos permitirá  experimentar el placer de aprender a perseguir nuestras metas y sueños.

Al tomar acción debemos poner en práctica todos nuestros recursos personales, ser pacientes y amorosos con nosotros mismos y con nuestros proyectos, tener confianza en nuestro objetivo, diseñar nuestra estrategia, y sobre todo ser perseverantes y positivos,  saber que si algo no funciona como esperamos, es simplemente una nueva forma de aprender como ¨no¨ tenemos que hacer las cosas, y que habremos ganado experiencia para el futuro.

Si nos mantenemos positivos, enfocados y confiados, nuestro sueño se hará realidad mas pronto de lo que pensamos.