Todo cambia cuando aceptas lo que te sucede
Marisa Velásquez

Siempre hemos escuchado la célebre frase del Psiquiatra suizo Carl Gustav Jung: «Lo que resistes, persiste. Lo que aceptas, te transforma».
Y quizás no hemos sido conscientes de la magnitud de su importancia.
Esta frase define una manera de actuar sumamente arraigada en el ser humano. Nos referimos a la resistencia al cambio. Una resistencia que nos mantiene detenidos en un mundo caracterizado por un permanente movimiento. Y suele ser el miedo a lo desconocido, precisamente, aquello que nos detiene y nos aferra a ideas o a situaciones que no generan mayores mejoras para nuestras vidas. Nos perdemos en el objetivo incorrecto. Centramos nuestro enfoque y atención en vivencias que repetimos una y otra vez, sin ser consciente de cómo, en esta permanente fijación, la situación parece hacerse cada vez más grande y visible ante nuestros ojos. Somos, sin embargo, incapaces de valorar el inmenso poder creador de nuestra capacidad de atención, manteniéndola anclada en aspectos negativos de nuestras vidas.
La elección de “luchar contra algo” origina, sencillamente, que ese ‘algo’ se fortalezca cada vez más. Al centrar toda nuestra atención en esta lucha, solo conseguimos resistirnos a aquello a lo que nos enfrentamos. Y es, precisamente, esta posición de combate que asumimos, la que nos impide generar el cambio. Basta con observar las campañas del “NO”, para concluir que lo único conseguido, suele ser el fortalecimiento de la posición a la cual se pretende enfrentar.
Y así entramos en una lucha innecesaria. Un permanente conflicto entre lo que «es» y lo que «debería ser». Todo esto nos lleva a experimentar una incomodidad permanente e innecesaria. Si sumamos a esto, nuestra capacidad para transitar entre la incertidumbre y lo imprevisible, tan solo conseguimos generarnos miedo, paralizarnos y llevarnos a la errada elección de inmovilizarnos ante nuestros temores.
Es aquí cuando debemos plantearnos una salida más sana. Y esa salida empieza por aceptar la realidad en toda su magnitud. Aceptar lo que nos sucede. No importa que no nos guste, nos incomode o nos llene de miedos. Necesitamos tomar esta situación incómoda como la oportunidad que se nos ha presentado para avanzar y progresar en nuestra vida. Entender que lograr el cambio implica pasar por un momento de desorden y caos, y que este desorden y caos se convertirá en un puente que nos llevará hacia un nuevo estado de armonía y comodidad.
El proceso de «aceptar lo que es» implica la toma de consciencia de la realidad. Pasa por reconocer todas las emociones que se presentan, gestionarlas y destacar lo positivo que puede traer la situación. Si lo permitimos, siempre vamos a encontrar un regalo y una oportunidad de crecimiento interior. Por más difícil que nos pueda parecer la situación, estas, finalmente, nos permiten despertar las habilidades y talentos que han permanecido dormidos en nosotros, debido a la natural costumbre de permanecer en nuestra llamada “zona cómoda”.
Aceptar algo no significa rendirse ni implica no hacer valer nuestra opinión. Significa, en cambio, asumir una posición empática adecuada para encontrar un nuevo punto de vista más acorde y colaborativo respecto a la situación que enfrentamos, logrando así una adecuada adaptación a ella.
La claridad es un aspecto indispensable y necesario. Es necesario ser lo suficientemente objetivo para saber sobre qué elementos podemos asumir el control y sobre cuales no. Saber comunicarlo. Expresar de forma clara lo que pensamos y sentimos, más allá que al hacerlo quizá no logremos cambio alguno. Aún así, nos sentiremos bastante mejor al hacerlo. Podremos encontrar aquella paz que nos exima de culpabilidades inexistentes o de la búsqueda inútil de culpables. Es necesario eliminar las quejas de nuestro vocabulario. En vez de recurrir a ellas, preguntarnos qué podemos aportar para mejorar la situación. Y sobre todo entender que, si escapa de nuestro alcance cambiar las cosas, podemos convivir en paz con ellas.
En resumen, será nuestra actitud la que marcará la diferencia. Toda situación merece transitarse de manera adecuada y la clave consiste en hacernos responsables de como elegimos vivirla.
El verdadero aprendizaje ocurre cuando estamos dispuestos a aceptar la realidad. Es a partir de ahí que crecemos y nos transformamos.